lunes, 25 de junio de 2012

[CINE] DRIVE (2011)

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Con la ultima critica todavía fresca, vamos con otra película reciente, que estuvo en la salas de cine hasta no mas de 2 semanas (al menos en Chile). Una gran película que no reventó la taquilla, pero que en un tiempo record se convertirá seguro en un film de culto.

Una película que por sus tintes de cine negro, por sus reminiscencias ochenteras, por recordarnos a grandes títulos de videojuegos y por hacer de una forma simple y conjugando varios géneros una muy buena película. Una película que es mejor de lo que pensarás que es.

DRIVE
by Nicolas Winding Ref



2011
Estados Unidos.

Dirección
Nicolas Winding Refn.

Guión
Hossein Amin, sobre el libro de James Sallis. 

Reparto
Ryan Gosling
Carey Mulligan
Bryan Cranston
Albert Brooks
Oscar Isaac
Christina Hendricks
Ron Perlman.





Hay películas que simplemente tienen algo, que gracias a ciertos aspectos narrativos o visuales o a una combinación de ambos, logran transmitir justamente lo que pretenden. No es tarea fácil y no todas lo consiguen, pero las hay que sí, que ya durante el primer minuto de su visionado se tiene la sensación de que se va a ver algo auténtico que nos hará palpitar en la butaca.

Y este es el caso de Drive.




Después de ver el anterior video, le puesto a que le dieron ganas de seguir leyendo...

La apertura de la película es totalmente cautivadora, un plano aéreo de una gran ciudad, una voz al teléfono y una música que te hace, cuando menos, vibrar.
El uso de aspectos de la “cultura pop” para reutilizar tópicos ya vistos es notable.: el sonido de Kavinsky o College no es pop ochentero New Wave sino un revival: una reproducción auto-consciente y que prolonga aquellos sonidos. En sus títulos de crédito, llega a su extremo: partiendo de un homenaje a ‘Risky Business’ (1983), llevando la película por una ruta insólita, a medias entre un Michael Mann deliberado (grandes panorámicas, héroe solitario) y con toques sutiles, artificiales, propios de, pongamos, Brian DePalma (atentos al breve plano secuencia del primer encuentro entre Gosling y Mulligan en el apartamento).
De hecho, no se me viene a la cabeza un solo plano que carezca de esa elegancia y gusto por la estética presente en todo el filme.

Hemos tenido que esperar hasta mediados de mayo de año (al menos en Chile) para poder disfrutar de uno de los títulos más potentes de 2011. Presentada en Cannes con nominación a la “Palma de Oro” y ganadora del “Premio al director”, “Drive” es un genuino producto de serie negra, plagado de referencias y guiños a otros mitos del género.
Es de esas películas que, desde el inicio, son puro ejercicio de estilo. Desde la escena que abre la película con una habitación a oscuras hasta el plano final, 'Drive' atrapa por su belleza y magnetismo.


“Hay como mil calles en la ciudad. Si me das el lugar y el momento, te daré una oportunidad de cinco minutos. Soy tuyo, sin importar lo que pase en esos cinco minutos. Pase lo que pase. Todo ocurre como lo planeo y después vas por tu cuenta. ¿Lo entiendes?”

Ryan Gosling habla por teléfono con un interlocutor desconocido, de espaldas a cámara, frente a una ventana en la que se proyecta una ciudad entera. Poco después le vemos encaminarse hacia el taller de su jefe, Bryan Cranston, donde elige un coche para ayudar a dos delincuentes a cometer un robo.

Gran plano general de la ciudad de Los Angeles y vemos a Gosling por el espejo retrovisor de un coche, ya conduciendo, camino al lugar del atraco.

Espera pacientemente a que los criminales salgan del almacén, impasible, a pesar de que ya se escuchan a lo lejos las sirenas de los coches patrulla. Tras un par de carreras y burlar con maestría dos coches de policía y un helicóptero, se dirige al aparcamiento de un estadio, aparca y sale tranquilamente del coche. Se encasqueta una gorra del equipo ganador y se dirige a la salida mezclándose con la multitud que grita entusiasmada el nombre del equipo ganador.

Lo que acabo de relatar es el el prólogo de Drive.

Un golpe certero directo a la retina. Abrupto, emocionante, prometedor. Diez minutos contundentes en los que contienes la respiración para no perderte nada. Un cañonazo que avisa que esto comenzó, momento justo en que entran los créditos de la película (tremendamente ochenteros, con tipografía holografiada neón rosa, mientras suena "Nightcall" de Kavinsky), y en donde al  espectador, no le queda más remedio que quedarse en la butaca a la espera de lo que todavía queda por ver. Diez minutos en los que te alegras pensando que todavía tienes una hora y media de función por delante. 


Winding Refn utiliza todo un arsenal de imágenes, planos cortados, aroma vintage, luces y sobre todo la cara sin expresión pero contundente de Ryan Gosling.

Ryan Gosling da vida a un conductor sin nombre. Un tipo frío y calculador. Cara de buen chico y mirada bucólica que se pierde muchas veces a través de una ventana, sin mirar nada. Esperando alguien que jamás vendrá. Por el día se gana la vida en un taller y eventualmente como especialistas en escenas de acción de películas. Algunas noches vende su maestría al volante a todo tipo de delincuentes. Convirtiéndose por sólo cinco minutos en el conductor, en la vía de escape, en la huida

Su vida en L.A. parece cómoda, pero todo cambia cuando conoce a Irene (Carey Mulligan) en el ascensor del bloque de apartamentos donde residen (ojo a lo diferente que son las dos escenas en el ascensor). El conductor empieza a pasar tiempo con ella y su hijo, creándose un vínculo entre los tres (lo rápido que conecta con el pequeño hace intuir su problemática infancia); La química realmente parecer fluir entre los dos, ayudando a crear una bonita historia de amor tierna y sensible, en su propio micro universo, ajenos a la violencia y la crueldad del mundo que les rodea. Los gestos, las miradas, cada detalle no pasa desapercibido y ayuda a construir una tragedia verosímil, con fuerza. Representan a dos almas que luchan por sobrevivir y  escapar de la fatalidad a la que parecen estar condenados.


Pero entonces el marido de la joven, Standard (Oscar Isaac), sale de la cárcel y retoma el contacto con su familia, y con este nuevo “amigo de la familia. Es interesante que, cuando a partir de aquí lo usual sería que se explotara la tensión entre los dos hombres (en el primer encuentro entre ambos saltan chispas), lo que ocurre es que el protagonista acepta su lugar y se convierte en una especie de protector de la familia. Cuando Standard le confiesa que tiene que formar parte de un peligroso robo para saldar sus deudas, el conductor decide ayudarle. Y da comienzo la espiral de violencia…

La película también, combina a la perfección una historia de amor, que se va desarrollando de manera coherente, con la salvaje delincuencia que destila la ciudad de Los Ángeles. El deleite visual viene de la mano de su simplicidad, sus escenas secas y directas, sin necesidad de “florcitas” para impresionar al espectador pero cargadas de una violencia de la que no se avergüenza. Una película en la que cada plano está escrupulosamente pensado y ejecutado, llenos de detalles y en los que la cámara se queda fija en numerosas ocasiones, contribuyendo a enmarcar el particular estilo de Winding Refn. Y además, es capaz de manejar bien el cambio de ritmo hacia la mitad de la película, en la que se centra más en las relaciones entre los personajes sin por ello perder la atención que la intriga del comienzo nos había provocado.

‘Drive’ es un vehículo de escenas impactantes, fotografía, música y unos silencios interminables que conforman una de las mejores cintas del 2011.

Gosling ofrece una interpretación extremadamente magnética, siendo capaz de transmitir distintos sentimientos con solo mover un músculo de la cara. Se pone en la piel de un conductor enigmático y reservado, de naturaleza solitaria y sin conciencia, como el escorpión de su chaqueta. Como el héroe de un western, que intuye que le queda poco pero no duda en avanzar con paso firme y luchar hasta el final a pesar de vislumbrar la muerte claramente en la línea del horizonte. Un hombre que no quiere problemas pero que buscará venganza y se convertirá en el ángel de la guarda de su vecina de apartamento. Tan vengativo como Charles Bronson. De mirada carismática como Steve McQueen. Convirtiéndose en icono, por su forma de ser y de vestir (palillo en la boca, chaqueta con escorpión el la espalda,) por su pose y su temple.

Nicolas Winding Refn logra convertir la crudeza de las escenas más violentas en belleza visual.

Ryan Gosling hace un trabajo perfecto, al que no se le puede reprochar absolutamente nada, conformando un personaje enigmático que se vale casi únicamente de la mirada para hablar, enmarcada ésta en los numerosos planos del espejo retrovisor en los que se ve reflejada y cuya chaqueta con un escorpión a la espalda ya ha pasado a convertirse en un auténtico icono. La diversidad de registros del actor queda demostrada una vez más, incluso dentro de la propia película es capaz de ser tierno y extremadamente violento, lo que llena de matices su interpretación y al personaje que retrata.


En cuanto a su compañera de reparto, nos encontramos a una Carey Mulligan que transmite al mismo tiempo fuerza e inocencia, que esconde detrás de su candidez una vida dura y un matrimonio difícil y cuya química con Gosling es absolutamente fantástica, desde su primera escena juntos, en la que todo son miradas, tímidos gestos y algo de incomodidad, y que se mantiene a lo largo del metraje consiguiendo establecer una atractiva relación entre ambos.


El film cuenta, además, con grandes secundarios interpretados por el siempre solvente Bryan Cranston y por la pareja de delincuentes formada por Ron Perlman y por un Albert Brooks que clava un rol de mafioso que es capaz de helarte la sangre con su imprevisibilidad.

Refn logra dotar a sus imágenes de una intensidad incendiaria e imperecedera, capaz de concentrar en un solo gesto de un solo plano de una sola secuencia, el verdadero sentido de la película.

La dirección impecable de Nicolas Winding Refn, es concisa y directa, con una inquietante puesta en escena y completada con una banda sonora que merece una mención aparte y no sólo por la buena composición musical de Cliff Martínez, a través de la que se respira tensión y que te mete de lleno en la trama, sino por temas musicales como “A Real Hero” de College ft. Electric Youth o “Nightcall” de Kavinsky, que se incrustarán en tu cabeza y hacen fascinantes las secuencias a las que acompañan.

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        la bellísima secuencia del ascensor en la que la acción se detiene para un estallido-vals de violencia en el que se ponen a prueba nuestras propias expectativas sobre la realidad de la película.



Los momentos de acción son los justos. Los necesarios para la historia pero sin alargarlos hasta el tedio, intercalados con algunos “flahsbacks” de aparente tranquilidad. Con efectos visuales básicos pero con encuadres magníficos. Con acción lenta pero inteligente. Utilizando juegos de luces en estas escenas y saltando de momento romanticismo a momento brutalidad con gran precisión.

En definitiva.

Drive es una historia de amor, es la memoria de una venganza, es la crónica de una muerte lenta y anunciada. Las emociones en esta película emanan a borbotones, como la sangre de un moribundo, como los sentimientos profundos que ya no se pueden disimular por más tiempo. Todo discurre a la perfección bajo la batuta del director quien nos guía a través de una historia bien hilada que combina acertadamente arranques de violencia con ternura. Muestra un dominio admirable de la acción frente al intimismo.
Una atmósfera adecuada a cuyo resultado final también contribuye en gran medida Cliff Martinez, con una banda sonora para recordar. La banda sonora es sublime. Bien escogida, muy ochentera, en perfecta armonía con el tono de la película y ubicada en las escenas adecuadas. Creando maravillosas secuencias ralentizadas que sin diálogos lo dirán todo. Como los mejores videoclips.

Se puede afirmar que Drive es tan inclasificable como el propio Alejandro Jodorowsky, director al que Nicolas Winding le ha dedicado esta película.

Winding Refn orquesta con tanta parsimonia como contundencia los sucesos de un thriller que por lo demás, resulta una película inclasificable, que provoca sensaciones encontradas hasta llegar al entusiasmo. Y lo hace con una labor de puesta en escena simplemente apabullante, que engloba desde la fotografía de hasta la banda sonora de Cliff Martínez.

Cada plano me recordó a la meticulosidad del mejor David Fincher, su uso del sonido, o de la ausencia de él, está dirigido a impactar al personal sin nunca perder la sutileza de la imagen.

Aplaudo la labor del director de la película y del director de fotografía, así como la logradísima atmósfera y la ambientación general, a caballo entre varias décadas, que, además de gracias a los trabajos de estas dos personas mencionadas, se logra por obra de un buen diseño de producción y gracias a la elección de la música y los sonidos.

En definitiva, una cinta que se ama o se odia pero también, indiscutiblemente, uno de los mejores trabajos cinematográficos de los últimos años.

Veala si o si.
Dudo mucho que este en alguna sala de cine a estas alturas (al menos en Chile).
Por lo mismo, búsquela en su buscador de torrent favorito y descarguela.
Sino cómprela.
Pero véala y disfrútela.


Antes que lo olvide.
Descargue esa banda sonora. Búsquela en google y disfrute de ella. Una maravilla moderna. Les dejo una muestra con los 2 temas que sinceramente me encantaron, que llegaron para quedarse en mi lista de favoritos.





Que estén muy bien
Nos leemos pronto.

Saludos
Cristián Santander Araya

Twitter: @csantandera
Facebook: csantandera

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