miércoles, 21 de marzo de 2012

[CINE] THE THIN RED LINE (1998)

Hola a todos.
Espero que todos estén muy bien.
Después de una semana de “mini vacaciones”, vuelvo al ruedo con este espacio.

Repito
Gracias por las criticas, comentarios, palabras de apoyo, etc.
Parece que gusto el espacio y eso motiva a seguir mejorando.
Bueno.
Vamos al grano.

Después de la melancólica, intima y reflexiva “Velódromo”, vamos por un clásico.

Perteneciente uno de los directores más enigmáticos de los últimos tiempos, maestro del cine contemplativo, creador de “poesía” para la pantalla grande, “único” capaz de abordar de manera profunda temáticas como la existencia de Dios, la vida, la muerte, el azar, de una manera tal que es capaz de pasear al espectador todo el espectro de emociones posibles durante la duración de sus films.

El clásico que me refiero es una película, que sin miedo a equivocarme, debe ser la única película clasificada como “bélica” que para mi es una “cinco estrellas”.

La delgada línea roja” de Terrence Malick.

Partimos

El estadounidense Terrence Malick llevaba más de veinte años sin dirigir una película, desde “Days of Heaven”(1978), y su vuelta al cine fue una noticia que remeció al “mundillo” Hollywood. Prácticamente todo el mundo quería participar en el film sin importar el personaje ni el tema ni nada. Incluso actores como el mismísimo Sean Penn (que tiene su espacio reservado en este blog, para mas adelante) estaban dispuestos a trabajar con él por tan sólo un dólar o literalmente por “amor al arte”. ¿Exageración? ¿Admiración?.

¿Que pienso yo?

Sabían con quien iban a trabajar y que además este film no seria otra “película de la II Guerra Mundial”, sino que marcaria un antes y un después en lo que se refiere a películas “bélicas”.

Nota la margen.
Algo que me carga es algunos “críticos” es que nos “encajonen” o clasifiquen una película como “drama”, “comedia”, “acción”, o en este caso “bélica” antes de verla.

Para mi esa es la gran tarea del espectador. Cada uno interpreta la película según su gusto, según como le llega esta; por eso es que me refiero a ella siempre entrecomillas. Y porque tanta “cuatica”.

Por que para mi, esta no es una película “bélica”.
Personalmente despierta casi todas la emociones disponibles en el espectro, y por eso me cuesta tanto clasificarla, “encajonarla”.
Por eso prefiero dejarla ahí, sin “etiqueta”. Casi al final de esta critica esta la repuesta de porque no se pude etiquetar a esta película.

Algo si les puedo decir.

Tras haber visto LA DELGADA LINEA ROJA afirmo sin duda alguna que la espera de mas de 20 años ha merecido la pena. He visto muchas de películas en mi vida, creía que nada podía sorprenderme a estas alturas, tal vez emocionarme, pero no sorprenderme; pero estaba equivocado. La obra de Malick me ha sorprendido, me ha emocionado, me ha conmovido y me ha entusiasmado. Por lo mismo me ven escribiendo sobre ella.


Continuemos.

Terrence Mallick adapta la novela homónima de James Jones para realizar posiblemente la película bélica más intimista de la historia. 
‘La delgada línea roja’ narra una muy particular historia en el contexto de la batalla de Guadalcanal, durante la Segunda Guerra Mundial, las diversas historias de varios personajes a los que afecta la guerra. Malick no se limita a filmar solo una película bélica, sino que hace más hincapié en las consecuencias de la guerra sobre el ser humano que en la guerra misma.
El depurado guión que Malick ha creado (llevaba 7 años elaborándolo) un impresionante recorrido por la condición humana cuando se ve enfrentada a situaciones donde la vida está en juego.

Así, pues tendremos situaciones en donde los combatientes no soporten el estrés, otros tantos se volverán locos por diferentes circunstancias, habrán algunos que sufrirán un miedo desmedido y comprensible ante la situación que les toca vivir, y habrá otros que sacarán todo el valor que puedan para hacer frente a lo absurdo de la guerra.

Creo que básicamente esa es la intención del director en ésta película, mostrar el horror de la guerra en toda su extensión y de una manera soberbia.

TERRENCE MALICK

El punto de vista elegido por el directr es interior: aunque sea una película coral, predomina el individuo. Al director le interesa más la radiografía que la imagen de cada soldado; y así nos lo hace ver. Detecta el alma de cada personaje gracias a algunos recuerdos en flash-back o a voces en off que resuenan en las excelentes imágenes que nos entregan las maravillosas locaciones elegidas.

Creo no haber visto nunca un director que usara tanto el recurso de la voz en off como lo hizo en esta cinta. No solo no he visto alguien que lo use tan continuamente, sino que no he visto a ningún director que lo use de una manera tan genial narrativamente hablando como Malick lo hizo en éste film.
La riqueza de matices de los personajes que Malick nos va presentado con la ayuda de la voz en off, con sus vivencias personalizadas e interiorizadas, muestra el absurdo de la guerra, la rebeldía solidaria, la fuerza del amor, el deseo de inmortalidad, etc.
Una vez más, Malick sitúa a sus personajes en una especie de lucha contra la naturaleza, en la cual hay unas leyes propias que escapan al control del hombre.
Son soldados, pero están asustados, saben que su vida está en juego, que ellos no son nada ante ametralladoras camufladas en bunkers, y de ahí sus rostros compungidos ante la pulsión de la muerte.

Quién eres tú, con el que viví? Con el que caminé? El hermano. El amigo. La oscuridad de la luz. El dolor del amor. ¿Son ideas de una sola mente? ¿Los rasgos de una misma cara? Oh, alma mía; déjame ser en ti, ahora. Mira a través de mis ojos. Mira las cosas que has hecho. Todo lo que brilla.


Escenas en las que aparecen las cartas de amor, el recuerdo de los seres queridos, el enfrentamiento a las decisiones de los superiores, esa vulnerabilidad humana, ese “echar para adelante” sin demasiada convicción, esa materia humana pura y corrompida, angelical y demoniaca, junto a esa guerra que exterioriza los demonios de cada uno, le confieren un aura poética, que acaba hipnotizándonos. 

Escenas como las del cocodrilo en total libertad (más tarde en cautiverio), o los niños nadando en unas aguas tan azules que simulan ser el cielo, señalan que en este mundo hay otro mundo mucho más sencillo y hermoso, pero muy difícil de conservar.


Probablemente la escena más poderosa de la película, aquella que resume todas sus intenciones en un prodigio de síntesis visual, es en la que un grupo de soldados comandados por John C. Reilly se cruzan con un nativo que pasa a su lado, casi rozándoles, pero como si no les viera en absoluto, absorto en su mundo y ajeno al que los soldados están a punto de traer.

Pocas veces una secuencia tan sencilla ha expresado tanto.

Malick utiliza a su ejército de actores como torrentes de voces que van alimentando un océano de recuerdos, terror, desengaño, anhelo y tragedia en el que cuesta mensurar su amplitud y profundidad. La película aspira a un nivel de pureza y aparente simplicidad que las candidatas al Oscar suelen soslayar.

¿De verdad un soldado se plantea esos dilemas existenciales en medio del campo de batalla?

¿Qué tiene que ver ese magnífico entorno natural con las balas de cañón que se disparan sin cesar?

¿Qué guerra estoy mirando?

¿La Segunda Guerra?

Porque estos personajes y sus circunstancias más bien parecen sacados de un conflicto de características “homéricas”.


Si hablamos del cuadro artístico de actores debemos apuntar el excelente nivel de calidad de todos ellos, pero tal vez debamos extraer algunas composiciones del conjunto de estrellas que no quisieron perderse la ocasión (tal vez) única de trabajar bajo las órdenes de Malick: Jin Cavezel, como Witt, el hombre que conoce el paraíso y el amor en estado puro, pero que es capaz de ser un héroe en el campo de batalla llegado el momento; Elias Koteas como ese capitán incapaz de sobreponerse a las bajas de su pelotón; Nick Nolte, un Coronel que intenta tener su ocasión en la historia a cualquier precio; y finalmente un Sean Penn prodigioso, como ese sargento aparentemente insensible que realmente no lo es tanto.


La anhelada paz entre los seres humanos, el lugar con el que todos soñamos para ser felices, se materializan en las experiencias del soldado Witt en apariencia un personaje más del relato coral, pero en realidad el verdadero conductor y esencia del mismo. Con sus vivencias (ha desertado del ejército y vive en una especie de paraíso, aunque sólo a sus ojos y los del espectador) y pensamientos, empieza y termina la película. En medio, un periplo íntimo y lírico, por el que pululan los demás personajes, a través de los cuales se nos habla del valor, coraje, cobardía, miedo y demás miserias humanas, aquello que en mayor o menor medida ha hecho que el hombre sea la especie animal más terrible y odiosa que existe sobre el planeta Tierra. Y qué mejor contexto que el de una guerra (el invento más estúpido de la historia del hombre) para mostrarlo.

Y todo esto narrado como si de poesía en movimiento se tratase, con un prólogo como pocas veces hemos tenido ocasión de ver, un prólogo que ya no muestra lo que veremos en las casi tres horas siguientes, la descripción de un escenario muy similar al ‘paraíso terrenal’. Malick no utiliza una narrativa fílmica típica, sino que ofrece una sucesión de “poemas visuales” que unidos forman un todo tan asombroso como fascinante. Podemos recordar al soldado sepultado, cuya cabeza asoma entre la tierra... Los insertos de animales autóctonos, como el ave agonizando en uno de los momentos más crudos del film... Los momentos de sol y los momentos nublados, reflejo del estado de ánimo global.....

Otro aspecto destacable, más bien por su ausencia, es el hecho de que no aparezca ninguna bandera norteamericana en toda la película. No por una cuestión antiamericana, sino porque el patriotismo no tiene nada que aportar a la película. Lo relevante en ella no está en la guerra en sí, sino en lo que significa para los soldados, cómo altera su naturaleza humana. Y si se hubieran incluido los típicos clichés de una película bélica, tales como la heroicidad, el maniqueísmo (algo en lo que caen muchas películas bélicas, en las que los buenos son cien por cien buenos, y los malos son cien por cien malos) o el patriotismo, el mensaje de Malick se habría difuminado.

Bueno, pero si no se quien es Malick… ¿donde puedo darme cuenta de las diferencias con el resto?

Claramente en el trabajo de dirección.
Este aspecto me resulta muy difícil de criticar. No tengo la menor idea de cómo “hacer cine” y sin embargo sé ver en las escenas de acción de esta película un perfecto ejemplo de cómo debe ser rodada una batalla. La cámara sigue a los soldados, con “travellings” muy suaves y siempre en movimiento. Sube colinas, da giros de 180 grados y se desplaza con mucha soltura, pero al contrario de lo que puede parecer, no marea; los movimientos son tan suaves y delicados que te hacen sentir dentro de la batalla. Igual de sublime es el trabajo fotográfico y artístico, mostrando la belleza de la naturaleza como si se tratara de un documental.


¿Y el guión?

La adaptación del guión estuvo a cargo del propio Malick quien logró que una película de casi tres horas, se nos pase bastante rápido, con buenas dosis de excelentes escenas de acción, con una evidente crudeza y filmadas con una notable excelencia, no sólo por cómo se utiliza la cámara en dichas batallas, sino por cómo se transmite el drama de la mismas con un montaje preciso, un ritmo narrativo más que correcto, y una dirección de fotografía impresionante.

Pocas veces vamos a ver a un director de tan altísimo nivel, que además sea capaz de escribir previamente lo que posteriormente plasmará en imágenes; pero Malick una vez más rompe moldes con un guión tan soberbio, tan perfecto, tan personal, que nadie podría haber escrito sin que la película se resintiese, sin que perdiera parte de su fuerza, de su concepto, de estética.

Ese uso del monólogo interior, casi constante en la obra, en contraposición a la escasez de diálogo...


Ese uso de la naturaleza, de los escenarios paradisiacos, como personajes vivos, mucho más vivos que alguno de los personajes..

Del cuadro técnico podríamos analizar caso por caso y la conclusión sería siempre la misma: excelente trabajo. Pero hay dos nombres que no podemos olvidar en este repaso, dos profesionales que posiblemente sean los que más han aportado a esta cinta después de su creador Terrence Malick.

En primer lugar Hans Zimmer que ha realizado el trabajo de su vida, la composición que consagra a un creador musical como un maestro indiscutible e indiscutido; asombrosa la simbiosis de una composición que tiene ‘vida’ por si misma, pero que en la película sirve como impresionante acompañamiento a unas imágenes, sin destacar en ningún momento del conjunto, pero aportando siempre el matiz necesario.

HANS ZIMMER

El segundo punto a destacar es la fotografía, obra de John Toll que con su saber hacer logra algunas de las imágenes más bellas vistas en un cine, con unos escenarios naturales de una belleza indescriptible; imágenes y escenarios que de la mano de Malick se convertirán en un personaje más de esta película.
La coloración de la cinta, como funcionan las tonalidades de las imágenes, son de una belleza espectacular que contrastan con el desastre humano que el film transmite en las batallas. Realmente la película ha sido impecable en ese rubro.

JOHN TOLL

De verdad resulta insólito que un tipo como Malick (con su reputación de recluso, de inconformista crónico, de tipo insondable) haya conseguido salirse con la suya y amplificar a nivel de superproducción las inquietudes y obsesiones de un “cineasta independiente”. Tal vez ahí este la clave del su “clasicismo”. O tal vez radique en su voz lírica, lo bastante potente como para apoderarse de un filme que la potencia con los brazos abiertos, desde su primera imagen, hasta los versos del final.

Claramente “La delgada línea roja” supone un “film-isla” dentro del actual panorama cinematográfico, sobre todo viniendo de EE.UU, cada vez más preocupados en hacer películas de consumo y disfrute inmediato que no quedan en la memoria del espectador, allí donde se cultivan las buenas obras de arte.

Resulta imposible obviar la comparación con Salvar al soldado Ryan de Steven Spielberg. Sin quitarle mérito a la película de Spielberg, considero que Malick dota de mayor hondura y amplitud de miras tanto a la crítica antibelicista como a la construcción y variedad de los personajes. Quizás el gran público conecte mejor con el sentido del ritmo de Spielberg, pero Malick, con su "lentitud", sumerge al espectador en un mundo donde nos encontramos con nosotros mismos sin miedo a las preguntas ni al compromiso con las respuestas.

Aquí me respondo a mi mismo el porque esta película no pude ser etiquetada como del genero “bélica”

La delgada línea roja no es ni una película bélica ni antibélica: presenta una fusión “estético-poética” de la guerra. Tenía razón “Newsweek” cuando en el año 1998, afirmaba que La delgada línea roja era un “poema cinematográfico”, Malick ha hecho un poema, una honda reflexión sobre la vida y la muerte, sobre el bien y el mal en el hombre, sobre las cosas que le mueven y en las que cree: el amor, el paraíso terreno o también Dios.


Aun así el final me resultó bastante emotivo, con un sabor agridulce: agrio porque no quieres aceptar la guerra, no puedes aceptarla y no eres incapaz de  comprenderla. Y dulce porque tienes esperanza en el ser humano, porque considerarlo cruel por naturaleza es un craso error.

Emociona comprobar ante la visión de este film, cómo no sólo no hay géneros pasados de moda, sino que una buena historia traspasa los límites de lo que se cuenta y cala en la sensibilidad reflexiva y afectiva del espectador.

Creo que todo el que entienda lo que Malick nos quiere decir sabrá que su mensaje es universal; todos somos seres humanos y todos somos parte de la naturaleza, y tal y como aprendimos al estudiar el ciclo de la vida, nacemos, nos desarrollamos, nos reproducimos y morimos.


Podría escribir mucho mas sobre esta película y sobre el trabajo de Terrence Malick, pero usted “señor lector” acabaría cerrando la ventana de su navegador, y eso no es lo que busco, así que termino y resumo:

No sé si viviré 20 años más, pero gustoso esperaré si este es el resultado encontrado, aunque lamentaré siempre no poder disfrutar más obras de este peculiar realizador. Gracias Señor Malick por lo que nos ha dado, gracias a la Fox por financiar este proyecto.

Normalmente aquí viene la recomendación para todos sin excepción; pero en este caso sería quedarse corto.

LA DELGADA LINEA ROJA es una obra maestra definitiva, desconozco si estamos ante la mejor película bélica de la historia, posiblemente sí lo estemos, posiblemente no,  pero si puedo afirmar que a partir de este film el género ha dado su última palabra. Tras lo expuesto…
¿Qué más puedo decir?

Simplemente una creencia: es una suerte poder ir a un cine a ver una película así, es una suerte comprobar que el cine, pese a todo, aún puede ser arte.

La delgada línea roja es un viaje filosófico a lo más recóndito del alma humana universal.




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Nos leemos la próxima semana.
Saludos

Cristián Santander Araya


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