Hola a
todos.
Espero
que todos estén muy bien.
Después
de una semana de “mini vacaciones”, vuelvo al ruedo con este espacio.
Repito
Gracias
por las criticas, comentarios, palabras de apoyo, etc.
Parece
que gusto el espacio y eso motiva a seguir mejorando.
Bueno.
Vamos
al grano.
Después
de la melancólica, intima y reflexiva “Velódromo”, vamos por un clásico.
Perteneciente
uno de los directores más enigmáticos de los últimos tiempos, maestro del cine
contemplativo, creador de “poesía” para la pantalla grande, “único” capaz de
abordar de manera profunda temáticas como la existencia de Dios, la vida, la
muerte, el azar, de una manera tal que es capaz de pasear al espectador todo el
espectro de emociones posibles durante la duración de sus films.
El
clásico que me refiero es una película, que sin miedo a equivocarme, debe ser
la única película clasificada como “bélica” que para mi es una “cinco
estrellas”.
“La delgada línea roja” de Terrence
Malick.
Director:
Terrence MalickWriters:
James Jones (novel), Terrence Malick (screenplay)Cast:
Miranda
Otto
… Marty Bell
Fuente: IMDB.COM
Partimos
El estadounidense Terrence Malick llevaba más de veinte años sin dirigir una
película, desde “Days of Heaven”(1978), y su vuelta al cine fue una noticia que
remeció al “mundillo” Hollywood. Prácticamente todo el mundo quería participar
en el film sin importar el personaje ni el tema ni nada. Incluso actores
como el mismísimo Sean Penn (que tiene su espacio reservado en
este blog, para mas adelante) estaban dispuestos a trabajar con él por tan sólo
un dólar o literalmente por “amor al arte”. ¿Exageración? ¿Admiración?.
¿Que
pienso yo?
Sabían
con quien iban a trabajar y que además este film no seria otra “película de la
II Guerra Mundial”, sino que marcaria un antes y un después en lo que se
refiere a películas “bélicas”.
Nota
la margen.
Algo
que me carga es algunos “críticos” es que nos “encajonen” o clasifiquen una
película como “drama”, “comedia”, “acción”, o en este caso “bélica” antes de
verla.
Para
mi esa es la gran tarea del espectador. Cada uno interpreta la película según
su gusto, según como le llega esta; por eso es que me refiero a ella siempre
entrecomillas. Y porque tanta “cuatica”.
Por que
para mi, esta no es una película “bélica”.
Personalmente
despierta casi todas la emociones disponibles en el espectro, y por eso me
cuesta tanto clasificarla, “encajonarla”.
Por
eso prefiero dejarla ahí, sin “etiqueta”. Casi al final de esta critica esta la
repuesta de porque no se pude etiquetar a esta película.
Algo
si les puedo decir.
Tras
haber visto LA DELGADA LINEA ROJA afirmo sin duda alguna que la espera de mas
de 20 años ha merecido la pena. He visto muchas de películas en mi vida, creía
que nada podía sorprenderme a estas alturas, tal vez emocionarme, pero no
sorprenderme; pero estaba equivocado. La obra de Malick me ha sorprendido, me
ha emocionado, me ha conmovido y me ha entusiasmado. Por lo mismo me ven
escribiendo sobre ella.
Continuemos.
Terrence
Mallick adapta la novela homónima de James Jones para realizar posiblemente la
película bélica más intimista de la historia.
‘La delgada línea roja’ narra una muy particular historia en el contexto de
la batalla de Guadalcanal, durante la Segunda Guerra Mundial, las diversas
historias de varios personajes a los que afecta la guerra. Malick no se limita
a filmar solo una película bélica, sino que hace más hincapié en las
consecuencias de la guerra sobre el ser humano que en la guerra misma.
El depurado
guión que Malick ha creado (llevaba 7 años elaborándolo) un
impresionante recorrido por la condición humana cuando se ve enfrentada a
situaciones donde la vida está en juego.
Así,
pues tendremos situaciones en donde los combatientes no soporten el estrés,
otros tantos se volverán locos por diferentes circunstancias, habrán algunos
que sufrirán un miedo desmedido y comprensible ante la situación que les toca
vivir, y habrá otros que sacarán todo el valor que puedan para hacer frente a
lo absurdo de la guerra.
Creo
que básicamente esa es la intención del director en ésta película, mostrar el horror de la guerra en toda su
extensión y de una manera soberbia.
TERRENCE MALICK
El punto
de vista elegido por el directr es interior: aunque sea una película coral,
predomina el individuo. Al director le interesa más la radiografía que la
imagen de cada soldado; y así nos lo hace ver. Detecta el alma de cada
personaje gracias a algunos recuerdos en flash-back o a voces
en off que resuenan en las excelentes imágenes que nos entregan las
maravillosas locaciones elegidas.
Creo
no haber visto nunca un director que usara tanto el recurso de la voz en off
como lo hizo en esta cinta. No solo no he visto alguien que lo use tan
continuamente, sino que no he visto a ningún director que lo use de una manera
tan genial narrativamente hablando como Malick lo hizo en éste film.
La
riqueza de matices de los personajes que Malick nos va
presentado con la ayuda de la voz en off, con sus vivencias
personalizadas e interiorizadas, muestra el absurdo de la guerra, la rebeldía
solidaria, la fuerza del amor, el deseo de inmortalidad, etc.
Una
vez más, Malick sitúa a sus personajes en una especie de lucha contra la
naturaleza, en la cual hay unas leyes propias que escapan al control del
hombre.
Son
soldados, pero están asustados, saben que su vida está en juego, que ellos no
son nada ante ametralladoras camufladas en bunkers, y de ahí sus rostros
compungidos ante la pulsión de la muerte.
Quién eres tú, con el que viví? Con el que caminé? El
hermano. El amigo. La oscuridad de la luz. El dolor del amor. ¿Son ideas de una
sola mente? ¿Los rasgos de una misma cara? Oh, alma mía; déjame ser en ti,
ahora. Mira a través de mis ojos. Mira las cosas que has hecho. Todo lo que
brilla.
Escenas
en las que aparecen las cartas de amor, el recuerdo de los seres queridos, el
enfrentamiento a las decisiones de los superiores, esa vulnerabilidad humana,
ese “echar para adelante” sin demasiada convicción, esa materia humana pura y
corrompida, angelical y demoniaca, junto a esa guerra que exterioriza los
demonios de cada uno, le confieren un aura poética, que acaba
hipnotizándonos.
Escenas
como las del cocodrilo en total libertad (más tarde en cautiverio), o los niños
nadando en unas aguas tan azules que simulan ser el cielo, señalan que en este
mundo hay otro mundo mucho más sencillo y hermoso, pero muy difícil de
conservar.
Probablemente
la escena más poderosa de la película, aquella que resume todas sus intenciones
en un prodigio de síntesis visual, es en la que un grupo de soldados comandados
por John C. Reilly se cruzan con un nativo que pasa a su lado,
casi rozándoles, pero como si no les viera en absoluto, absorto en su mundo y
ajeno al que los soldados están a punto de traer.
Pocas
veces una secuencia tan sencilla ha expresado tanto.
Malick
utiliza a su ejército de actores como torrentes de voces que van alimentando un
océano de recuerdos, terror, desengaño, anhelo y tragedia en el que cuesta
mensurar su amplitud y profundidad. La película aspira a un nivel de pureza y
aparente simplicidad que las candidatas al Oscar suelen soslayar.
¿De
verdad un soldado se plantea esos dilemas existenciales en medio del campo de batalla?
¿Qué
tiene que ver ese magnífico entorno natural con las balas de cañón que se
disparan sin cesar?
¿Qué
guerra estoy mirando?
¿La
Segunda Guerra?
Porque
estos personajes y sus circunstancias más bien parecen sacados de un conflicto
de características “homéricas”.
Si
hablamos del cuadro artístico de actores debemos apuntar el excelente nivel de
calidad de todos ellos, pero tal vez debamos extraer algunas composiciones del
conjunto de estrellas que no quisieron perderse la ocasión (tal vez) única de
trabajar bajo las órdenes de Malick: Jin Cavezel, como Witt, el hombre que
conoce el paraíso y el amor en estado puro, pero que es capaz de ser un héroe
en el campo de batalla llegado el momento; Elias Koteas como ese capitán
incapaz de sobreponerse a las bajas de su pelotón; Nick Nolte, un Coronel que
intenta tener su ocasión en la historia a cualquier precio; y finalmente un
Sean Penn prodigioso, como ese sargento aparentemente insensible que realmente
no lo es tanto.
La
anhelada paz entre los seres humanos, el lugar con el que todos soñamos para
ser felices, se materializan en las experiencias del soldado Witt en apariencia
un personaje más del relato coral, pero en realidad el verdadero conductor y
esencia del mismo. Con sus vivencias (ha desertado del ejército y vive en una
especie de paraíso, aunque sólo a sus ojos y los del espectador) y
pensamientos, empieza y termina la película. En medio, un periplo íntimo y
lírico, por el que pululan los demás personajes, a través de los cuales se nos
habla del valor, coraje, cobardía, miedo y demás miserias humanas, aquello que
en mayor o menor medida ha hecho que el hombre sea la especie animal más
terrible y odiosa que existe sobre el planeta Tierra. Y qué mejor contexto que
el de una guerra (el invento más estúpido de la historia del hombre) para
mostrarlo.
Y todo
esto narrado como si de poesía en movimiento se tratase, con un prólogo como
pocas veces hemos tenido ocasión de ver, un prólogo que ya no muestra lo que
veremos en las casi tres horas siguientes, la descripción de un escenario muy
similar al ‘paraíso terrenal’. Malick no utiliza una narrativa fílmica típica,
sino que ofrece una sucesión de “poemas visuales” que unidos forman un todo tan
asombroso como fascinante. Podemos recordar al soldado sepultado, cuya cabeza
asoma entre la tierra... Los insertos de animales autóctonos, como el ave
agonizando en uno de los momentos más crudos del film... Los momentos de sol y
los momentos nublados, reflejo del estado de ánimo global.....
Otro
aspecto destacable, más bien por su ausencia, es el hecho de que no aparezca
ninguna bandera norteamericana en toda la película. No por una cuestión
antiamericana, sino porque el patriotismo no tiene nada que aportar a la
película. Lo relevante en ella no está en la guerra en sí, sino en lo que
significa para los soldados, cómo altera su naturaleza humana. Y si se hubieran
incluido los típicos clichés de una película bélica, tales como la heroicidad,
el maniqueísmo (algo en lo que caen muchas películas bélicas, en las que los
buenos son cien por cien buenos, y los malos son cien por cien malos) o el
patriotismo, el mensaje de Malick se habría difuminado.
Bueno,
pero si no se quien es Malick… ¿donde puedo darme cuenta de las diferencias con
el resto?
Claramente
en el trabajo de dirección.
Este
aspecto me resulta muy difícil de criticar. No tengo la menor idea de cómo
“hacer cine” y sin embargo sé ver en las escenas de acción de esta película un
perfecto ejemplo de cómo debe ser rodada una batalla. La cámara sigue a los
soldados, con “travellings” muy suaves y siempre en movimiento. Sube colinas,
da giros de 180 grados y se desplaza con mucha soltura, pero al contrario de lo
que puede parecer, no marea; los movimientos son tan suaves y delicados que te
hacen sentir dentro de la batalla. Igual de sublime es el trabajo fotográfico y
artístico, mostrando la belleza de la naturaleza como si se tratara de un
documental.
¿Y el
guión?
La
adaptación del guión estuvo a cargo del propio Malick quien logró que una
película de casi tres horas, se nos pase bastante rápido, con buenas dosis de
excelentes escenas de acción, con una evidente crudeza y filmadas con una
notable excelencia, no sólo por cómo se utiliza la cámara en dichas batallas,
sino por cómo se transmite el drama de la mismas con un montaje preciso, un
ritmo narrativo más que correcto, y una dirección de fotografía impresionante.
Pocas
veces vamos a ver a un director de tan altísimo nivel, que además sea capaz de
escribir previamente lo que posteriormente plasmará en imágenes; pero Malick
una vez más rompe moldes con un guión tan soberbio, tan perfecto, tan personal,
que nadie podría haber escrito sin que la película se resintiese, sin que
perdiera parte de su fuerza, de su concepto, de estética.
Ese
uso del monólogo interior, casi constante en la obra, en contraposición a la
escasez de diálogo...
Ese
uso de la naturaleza, de los escenarios paradisiacos, como personajes vivos,
mucho más vivos que alguno de los personajes..
Del cuadro
técnico podríamos analizar caso por caso y la conclusión sería siempre la
misma: excelente trabajo. Pero hay dos nombres que no podemos olvidar en este
repaso, dos profesionales que posiblemente sean los que más han aportado a esta
cinta después de su creador Terrence Malick.
En primer
lugar Hans Zimmer que ha realizado el trabajo de su vida, la composición que
consagra a un creador musical como un maestro indiscutible e indiscutido;
asombrosa la simbiosis de una composición que tiene ‘vida’ por si misma, pero
que en la película sirve como impresionante acompañamiento a unas imágenes, sin
destacar en ningún momento del conjunto, pero aportando siempre el matiz
necesario.
HANS ZIMMER
El segundo
punto a destacar es la fotografía, obra de John Toll que con su saber hacer
logra algunas de las imágenes más bellas vistas en un cine, con unos escenarios
naturales de una belleza indescriptible; imágenes y escenarios que de la mano
de Malick se convertirán en un personaje más de esta película.
La
coloración de la cinta, como funcionan las tonalidades de las imágenes, son de
una belleza espectacular que contrastan con el desastre humano que el film
transmite en las batallas. Realmente la película ha sido impecable en ese
rubro.
JOHN TOLL
De
verdad resulta insólito que un tipo como Malick (con su reputación de recluso,
de inconformista crónico, de tipo insondable) haya conseguido salirse con la
suya y amplificar a nivel de superproducción las inquietudes y obsesiones de un
“cineasta independiente”. Tal vez ahí este la clave del su “clasicismo”. O tal
vez radique en su voz lírica, lo bastante potente como para apoderarse de un
filme que la potencia con los brazos abiertos, desde su primera imagen, hasta
los versos del final.
Claramente “La delgada línea roja” supone un “film-isla” dentro del actual panorama
cinematográfico, sobre todo viniendo de EE.UU, cada vez más preocupados en
hacer películas de consumo y disfrute inmediato que no quedan en la memoria del
espectador, allí donde se cultivan las buenas obras de arte.
Resulta
imposible obviar la comparación con Salvar al soldado Ryan de Steven
Spielberg. Sin quitarle mérito a la película de Spielberg,
considero que Malick dota de mayor hondura y amplitud de miras
tanto a la crítica antibelicista como a la construcción y variedad de los
personajes. Quizás el gran público conecte mejor con el sentido del ritmo
de Spielberg, pero Malick, con su "lentitud",
sumerge al espectador en un mundo donde nos encontramos con nosotros mismos sin
miedo a las preguntas ni al compromiso con las respuestas.
Aquí me respondo a mi mismo el porque esta película no pude ser etiquetada
como del genero “bélica”
La delgada línea roja no es ni una
película bélica ni antibélica: presenta una fusión “estético-poética” de la
guerra. Tenía razón “Newsweek” cuando en el año 1998, afirmaba que La
delgada línea roja era un “poema cinematográfico”, Malick ha hecho un
poema, una honda reflexión sobre la vida y la muerte, sobre el bien y el mal en
el hombre, sobre las cosas que le mueven y en las que cree: el amor, el paraíso
terreno o también Dios.
Aun
así el final me resultó bastante emotivo, con un sabor agridulce: agrio
porque no quieres aceptar la guerra, no puedes aceptarla y no eres incapaz de
comprenderla. Y dulce porque tienes esperanza en el ser humano, porque
considerarlo cruel por naturaleza es un craso error.
Emociona
comprobar ante la visión de este film, cómo no sólo no hay géneros pasados de
moda, sino que una buena historia traspasa los límites de lo que se cuenta y
cala en la sensibilidad reflexiva y afectiva del espectador.
Creo
que todo el que entienda lo que Malick nos quiere decir sabrá que su mensaje es
universal; todos somos seres humanos y
todos somos parte de la naturaleza, y tal y como aprendimos al estudiar el
ciclo de la vida, nacemos, nos desarrollamos, nos reproducimos y morimos.
Podría
escribir mucho mas sobre esta película y sobre el trabajo de Terrence Malick,
pero usted “señor lector” acabaría cerrando la ventana de su navegador, y eso
no es lo que busco, así que termino y resumo:
No sé si
viviré 20 años más, pero gustoso esperaré si este es el resultado encontrado,
aunque lamentaré siempre no poder disfrutar más obras de este peculiar
realizador. Gracias Señor Malick por lo que nos ha dado, gracias a la Fox por
financiar este proyecto.
Normalmente
aquí viene la recomendación para todos sin excepción; pero en este caso sería
quedarse corto.
LA DELGADA
LINEA ROJA es una obra maestra definitiva, desconozco si estamos ante la mejor
película bélica de la historia, posiblemente sí lo estemos, posiblemente no, pero si puedo afirmar que a partir de este
film el género ha dado su última palabra. Tras lo expuesto…
¿Qué más
puedo decir?
Simplemente
una creencia: es una suerte poder ir a un cine a ver una película así, es una
suerte comprobar que el cine, pese a todo, aún puede ser arte.
La delgada línea roja es un viaje
filosófico a lo más recóndito del alma humana universal.
Espero que haya gustado el comentario.
Comente como usted quiera.
Comente como usted quiera.
Publicite este espacio como quiera y de la manera que encuentre mas adecuada.
Nos leemos la próxima semana.
Saludos
Cristián Santander Araya